martes, 5 de marzo de 2013

MOTIVACION Y EMOCION SABADO 09 DE MARZO 2013

HOLA CHICOS DE PSICOLOGIA 2 SABATINO, AQUI LES PUBLICO UNA LECTURA MUY CHIQUITA SOBRE EL TEMA QUE DEBEMOS REVISAR EL SABADO 09 DE MARZO DE LA MATERIA DE MOTIVACION Y EMOCION,  YA SABEN QUE DEBEN DE HACER UN MAPA MENTAL O UNA SINTESIS PARA QUE PUEDAN PARTICIPAR EN LA CLASE. LES MANDO UN  SALUDO Y ESPERO TENGAN LINDA SEMANA.

AGRESION

(del latín aggredi, atacar) También llamada conducta agresiva, o simplemente agresión, es aquella conducta que se lleva a cabo con el objetivo consciente o inconsciente de causar daño a alguien, o también a uno mismo.

Los autores, fisiólogos, etólogos, psicólogos o sociólogos, están de acuerdo en que las múltiples clases de conductas agresivas y el hecho de que no exista una conducta que específicamente pueda llamarse agresiva hace difícil que se dé una única definición de agresividad. En el hombre, las conductas y estados de hostilidad, hacia uno mismo y hacia los otros, que abarcan manifestaciones muy dispares, surgen en muy variadas circunstancias y por muy diversas causas. Dejando de lado diversas acepciones de agresividad, propias de la psicología o el psicoanálisis, a efectos de simplificación consideramos como conducta agresiva aquella que muestra, en el plano social, alguna forma de violencia. Según F. Dorsch (ver referencia) tres son las principales opiniones que intentan explicar el origen de la agresividad:

1) Teoría del origen instintivo:

Hipótesis propugnada especialmente desde la perspectiva de la etología, sobre todo por Konrad Lorenz, en Sobre la agresión. El pretendido mal (1963), a quien se suman Robert Ardrey (El imperativo territorial, 1969), Desmond Morris, Anthony Storr y Niko Tinbergen, así como defendida también por el psicoanálisis de Freud. En ambos casos, la agresividad es o procede de un instinto innato. Dada la ambigüedad del término, Lorenz la considera como un impulso biológico filogenéticamente adquirido con miras a la adaptación (impulso adaptativo; ver texto ); la alusión a la maldad -El pretendido mal- proviene de que opina que dicho impulso se ha desviado de su función original. Para Freud, es el rasgo más característico de la pulsión de muerte que, junto con el impulso sexual, son dos pulsiones innatas fundamentales del inconsciente humano (impulso destructivo; ver texto  ). En ambos casos también, la conducta agresiva se explica como una forma de descarga de la tensión acumulada.

2) Hipótesis de la frustración-agresión:

Corresponde a un análisis psicosocial de la agresividad, iniciado por Dollard y Miller, con la obra Frustración y agresión (1939). Aunque se apoyan en Freud, critican la hipótesis de la pulsión de muerte o del instinto agresivo, y la sustituyen por una correlación entre frustración y agresividad: la frustración provoca la agresividad y ésta es, en definitiva, resultado de aquélla. La hipótesis tiene ya más bien sólo un valor histórico, pero ha dado origen a muchas investigaciones empíricas sociales y psicológicas sobre la agresividad; entre ellas, la agresividad del prejuicio y la de la personalidad autoritaria.

“La frustración siempre conduce a alguna forma de agresión”. La frustración es cualquier cosa que impide que logremos un objetivo. Y aparece cuando: nuestra motivación para lograr una meta es muy fuerte, cuando esperamos gratificación y cuando el impedimento es completo. Esta teoría tiene Resultados contradictorios: a veces la frustración aumentaba la agresividad y a veces no. Una frustración justificable sigue siendo frustrante pero desencadena menos agresión que una frustración que percibimos como algo injustificado. Berkowitz dice que la frustración produce ira (dispositivo emocional para agredir). Ésta aparece cuando alguien que nos produce frustración podría haber elegido actuar de otra manera. Una persona frustrada está especialmente susceptible a estallar cuando estímulos agresivos expulsan el corcho, liberando así la ira embotellada. En ocasiones, el corcho salta sin necesidad de tales estímulos. Pero los estímulos asociados con la agresión la amplifican. La visión de un arma puede ser ese estímulo, especialmente cuando se percibe como instrumento de violencia. Las armas de fuego favorecen los pensamientos hostiles.

Los postulados básicos de la Hipótesis frustración-agresión, que reciben una importante influencia Freudiana según reconocen Bandura y Walters (1963), plantean que la agresión es siempre consecuencia directa de una frustración previa y a la inversa, la existencia de una frustración siempre conduce a alguna forma de agresión (Dollard y col. 1939). Dos años después Neal Miller (1941), modifica la hipótesis original al reconocer que muchas personas han aprendido a responder a sus frustraciones de forma no agresiva. A partir de ello se afirma que las frustraciones generaban diferentes inclinaciones o reacciones, de las cuáles, la instigación a la agresión sería sólo una de ellas, es decir, una de las posibles. Berkowitz es uno de los autores más relevantes en la revisión de esta teoría. Reformula la hipótesis incluyendo que “las frustraciones producen inclinaciones agresivas, solamente en la medida en que son aversivas y conducen al efecto negativo” (Berkowitz, 1988). Su modelo teórico (Berkowitz, 1996) se resume en: Los sentimientos de ira y temor como las manifestaciones de la agresión, están influidos por una secuencia de procesos que implican cambios en el ámbito fisiológico, expresivo y motor. Un efecto negativo producido por un acontecimiento aversivo instiga a las tendencias de lucha (cuando se relaciona con sentimientos primarios de ira) y de huida (relacionados con sentimientos primarios de temor). La fuerza de estas tendencias opuestas está determinada por factores biológicos, de aprendizaje y situacionales. El afecto negativo influye específicamente en las inclinaciones de ira y de agresión. La experiencia inicial de ira se puede intensificar, enriquecer, diferenciar, reducir o eliminarse por completo si las personas activan pensamientos, sentimientos, concepciones y normas sociales sobre las emociones y los comportamientos que serían apropiados en determinadas circunstancias. Resumiendo, podríamos decir que las cogniciones median en la experiencia inicial de ira. Cada emoción es como una red (network) en la que todos sus componentes están vinculados asociativamente. Ello hace que cualquier componente activado, tiende a activar a otras partes de la red.

Los pensamientos y acciones relacionados con la violencia activan ideas agresivas y sentimientos de ira. Tambien afirma que algunos acontecimientos desagradables que aparentemente carecen de conexión con la agresión, pueden activar pensamientos y recuerdos hostiles. Diversas investigaciones demuestran que cuando nos sentimos físicamente incómodos, tenemos más pensamientos hostiles (Taylor y Doobs, 1987; Berkowitz, 1989, 1990). La estimulación aversiva produce ideas hostiles y de ira, incluso aunque nadie haya maltratado voluntariamente a los sujetos. Los acontecimientos tristes producen muchas veces ira y tristeza y la depresión también puede producir sentimientos de ira y actos impulsivos de agresión ( James, 1989; Berkowitz, 1990). Ciertos estímulos que rodean a la situación pueden intensificar o incluso activar las inclinaciones agresivas cuando los estímulos implícitamente tienen un significado agresivo o cuando están asociados con el dolor y el sufrimiento.

La intervención imprescindible de elementos cognitivos como mediadores de la experiencia, que la revisión de este modelo propone, flexibiliza la hipótesis Frustración-Agresión concediéndole un valor a la experiencia y al aprendizaje, que unida a factores fisiológicos y sociológicos, hacen posible diversas manifestaciones ante la frustración.

3) La teoría cultural:

Sostenida principalmente por Bandura y Walters, en su obra Aprendizaje social de la conducta desviada (1963). Enfoque conductista de la socialización, y que Ashley Montagu (La naturaleza de la agresividad humana, 1976) ha contribuido a difundir, entiende la agresividad como una respuesta socialmente aprendida. Se añaden a esta postura, la más extendida, las teorías del aprendizaje que interpretan la agresividad como una conducta aprendida instrumentalmente o como resultado de un condicionamiento instrumental. En realidad, esta teoría psicológica es la base sobre la que se construyen las demás teorías psicosociales de la agresividad aprendida por imitación. Esta teoría no excluye el hecho de que existan en el hombre potencialidades agresivas basadas en sus propios factores biológicos, pero afirma que la conducta humana no depende en última instancia de ellos, que se moldea más bien culturalmente y que la característica más específica de la naturaleza humana es su plasticidad, o su perfectibilidad, en expresión de Rousseau.

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